Se nos fue Estrella y nos quedamos sin palabras. No es fácil expresar adecuadamente las arritmias de la tristeza cuando te preguntas cómo es posible que en algunos corazones perviva, de forma tan arraigada, el desprecio, la discriminación hacia otros seres humanos y, lo que es aún más grave, hacia las personas más cercanas, supuestamente más queridas. En la vida, a veces, suceden hechos terribles que se escapan a nuestra más mínima comprensión, sencillamente porque no estaban destinados a suceder.

La violencia siempre es inútil, la violencia hacia la mujer, la más inútil de todas las violencias. Con el goteo permanente de mujeres asesinadas afloran situaciones sobre las que deberíamos reflexionar en voz alta, sin la menor intención de dar lecciones a nadie, ni desgraciadamente, de poseer la fórmula mágica que consiga dejar en mero testimonio esta lacra social que a todos nos preocupa y nos avergüenza como miembros de la especie humana que somos, teóricamente capaces de pensar y resolver nuestras diferencias sin tener que llegar a quitar la vida a otra persona y mucho menos a tu esposa, a tu compañera, a la madre de tus hijas.

Conocí a Estrella y sus vecinos me han hablado mucho de ella. Una mujer querida por todos, humilde y sencilla; una mujer de pueblo en el mejor y más amplio sentido. Lo bello de la vida es poder vivirla y a ella, mujer de corazón luminoso, el destino no quiso escribirle más páginas de su historia. El abrazo de la tragedia se la llevó para siempre, dejando un rastro de recuerdo eterno, de desconsuelo y miradas de horizontes perdidos entre nosotros.

No faltan palabras para manifestar a su familia cuánto y cómo el pueblo de Alcaudete, el pueblo de Noguerones, sintieron en carne propia el hachazo de su marcha. Sólo exteriorizarles nuestro apoyo, decirles que no se sientan solas, que si alguna vez se sienten así y no saben que hacer, que miren al cielo y busquen una estrella, seguro que no se sentirán en soledad porque tendrán a su alrededor a millones de estrellas que junto a nuestra Estrella ya conocen y bailan el fandango Rajao.

 

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