Pronto se nos acerca la Navidad y con ella la llegada del nuevo año, el 2012. Para nosotros, educados en la cultura y religión cristiana, la llegada de la Navidad nos permite sentirnos más conciliadores y compresnsivos hacia los demás, significa momentos especiales, instantes de reunión familiar, reencuentro con amigos, saludos a gente a la que hace algún tiempo que no veíamos y, cómo no, recuerdos hacía quienes ya nunca podrán compartir con nosotros las sonrisas de la vida. El amor es la esencia de la Navidad, tiene mucho que ver con acariciar y celebrar el amor que compartes hacia lo que quieres y hacia quienes quieres.

La Navidad es también motivo de reflexión para muchos de nosotros. El año se acerca a su final y quizá sea el momento de realizar alguna meditación sobre lo acaecido en los últimos 12 meses. Para mí, este año 2011 concluye con un sentimiento agridulce. Por una parte me siento feliz y dichoso de haber obtenido el respaldo mayoritario de todo el municipio en las pasadas elecciones municipales de mayo; nunca tendré palabras suficientes para expresar mi gratitud hacia tanta gente de bien que creyó en nosotros y en nuestro proyecto; como he referido en alguna ocasión sólo puedo responder de una forma: trabajo, entrega y honestidad para todos/as, pero en especial para quienes más lo necesitan.

Por otra parte se nos marcha un año lleno de angustias y dolor por la crisis que nos afecta. Me invade un dolor lacerante cuando pienso en tantas personas que lo están pasando mal, que tienen y sufren grandes dificultades para superar el día a día, que temen a los amaneceres porque a veces no saben, ni les interesa, como alimentar el espíritu, teniendo el cuerpo tan despierto y exigente.

A estas alturas, algunos todavía tienen la desfachatez de decirnos que la situación empeorará, que el dinero no llegará y que los salarios seguirán a la baja. Todos somos culpables, dicen. Pues no, ese es un discurso obsceno porque pretender poner en el mismo nivel al que tiene y al que no tiene, al pobre y al rico, a los que dieron préstamos de alto riesgo para enriquecerse y a los que ahora no pueden vivir en ese mundo feliz que se les vendió y que realmente nunca existió, y porque además, los que nos llevaron a la catástrofe siguen en sus puestos obteniendo suculentas recompensas y premios pese a su ineptitud y avaricia. No, no todos tenemos el mismo grado de responsabilidad, que no nos confundan.

Saldremos de esta, sin lugar a dudas, pero hemos de salir todos juntos. Creo que la mejor forma de hacerlo es mediante el esfuerzo colectivo y la solidaridad. La solidaridad no es sólo cuestión de dar dinero, es replantearnos hábitos de consumo justos y razonables en estas fiestas, plantear un buen futuro profesional para todos y todas, ayudar a los débiles y desprotegidos, crear y distribuir el trabajo como un derecho irrenunciable del ser humano; la solidaridad es aprender a "mirar con los ojos del corazón".

Desde el Ayuntamiento os prometo que nunca dejaré de mirar con los ojos del corazón, que nunca dejaré de pensar que Alcaudete, este pueblo sabio y milenario, volverá a recuperarse para hacer las cosas mejor hechas de lo que las hicimos hasta ahora; tampoco es tarde para mirarnos al espejo y llenarnos de optimismo, para comprender que hay miles de millones de personas que están peor que nosotros, que todo lo podemos superar, que seremos capaces de revertir esta situación tan adversa.

Es legítimo que aspiremos a cambiar nuestro mundo, el que nos importa, el más cercano, a transformar nuestro espacio inmediato. Y aunque parezca que nada cambia, una cosa es importante, nosotros seguiremos siendo fieles a nuestros principios e ideas de conquista social. Mientras tanto, pensemos que las cosas más sencillas del mundo son las que nos aportan más alegría a la vida. Feliz Navidad y feliz 2012.

 

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