Religiosidad popular.

Asistiendo en el mes de agosto a la procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno durante su traslado a la Ermita de La Fuensanta, reflexionaba sobre la trascendencia de la religiosidad popular como elemento cultural consustancial con nosotros y, de igual forma, como motor de permanente presencia y transformación social en nuestro municipio.

La cultura, en general, la nuestra en particular, es un continuo proceso de cambio desde que nuestra historia vio la luz de su germen. La evolución cultural varía, no sólo de un país a otro, de una región a otra, de una provincia a otra, sino que es distinta de un pueblo a otro, y por ende nos define, nos singulariza y genera esa identidad de la que nos sentimos tan orgullosos. Entre todos conformamos el bagaje cultural de un pueblo que para que progrese hemos de entender que la cultura no es un adorno de quita y pon, no es un concepto etéreo o abstracto, sino que su avance es una forma de desarrollarnos a nosotros mismos.

La religiosidad popular, tan arraigada en Alcaudete, es cultura y tradición. La inolvidable, emotiva e histórica subida de Nuestro Padre Jesús Nazareno a la ermita de nuestra Patrona fue un ejemplo de religiosidad popular en el más bello y mejor sentido de la acepción. Junto a una respetuosa e indiscutible base de creencia y devoción católica, los/as alcaudetenses entendemos la religiosidad popular como un testimonio de nuestra conciencia, de nuestra forma de ser; como un elemento permanente en nuestras vidas cotidianas, como un fundamento más en la construcción de nuestra identidad individual y colectiva. Afortunadamente eso es cultura, cultura de nuestro pueblo.

También es tradición. Tradición y leyenda que hemos querido revivir en nuestro presente para renovar el valor de lo que aún hoy los/as alcaudetenses somos capaces de hacer. Y lo que hicimos fue una procesión para la historia, porque historia fue lo que hizo “El Jesús” cuando consiguió sacar a todo su pueblo a la calle, cuando por Él nos vestimos de Viernes Santo para festejar La Velada, y cuando los aplausos sin edad se abrazaron a las lágrimas y las sonrisas de los asistentes.

Observando a la multitud que acompañaba a la imagen a su paso por el parque recordé aquella frase que dice “No hace falta leer los pensamientos, basta con ver la expresión de los rostros”.

Vuestro Alcalde
Valeriano Martín Cano

 

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