Alcaudete era conocido en el siglo IX con el nombre de al-Qabdaq o al-Qibdaq, siendo un lugar de refugio para las poblaciones campesinas de la zona. Con este fin, en lo alto del cerro se edificó una fortaleza, aprovechando para su defensa las fuertes pendientes, conjuntos rocosos y tajos naturales. Así, durante el dominio almohade, se construyó una gran muralla alrededor del núcleo urbano, además de un alcázar en la cumbre. Todo ello para proteger en caso de ataque a los habitantes y soldados de Alcaudete. Los lienzos estaban defendidos por torres de planta cuadrada, construidos con idéntico material, desconociendo si a nivel de adarve tendría alguna estancia o nivel de hábitat, donde se cobijasen los centinelas, o estaban coronadas por niveles de terrazas.

Tras la conquista cristiana, algunos de sus lienzos (los que habrían sufrido mayor destrucción en el asalto a la villa o estaban en peor estado de conservación) son reforzados a través de revestimientos hechos con muros de mampostería irregular enripiada, que en la mayoría de los casos se montan sobre los tapiales, alcanzando las defensas mayor altura. Para la defensa de los paramentos se construyen torres de nueva planta y se refuerzan las de tapial.

Al núcleo urbano se accedía a través de varias puertas, de las cuales hemos localizado dos: la de La Villa y la de Santa Ana. Estaban protegidas o flanqueadas por torres, o situadas en un quiebro de la muralla, lo que facilitaba su defensa y el control de los visitantes.

Actualmente los restos de muralla discurre por el entramado siguiente:

  • Zona norte: trasera de las casas de la calle Progreso y calle Paco Arriero
  • Zona oeste: paralela a la calle Carril del Toril
  • Zona sur: trasera de las casas de la calle Pontanilla y parte de la calle Carnicería
  • Zona Este: traseras de las casas de la Calle Carnicería y algunas de la Plaza 28 de Febrero

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